Esperanto

Pensado en el 1887 por L. L. Zamenhof (polonés), es probablemente el más usado hoy en día.

Tiene una gramática muy simple y sin excepciones, parecida a lo que podría ser un sistema lógico de los estudiados antes. Se basa en terminaciones:

Los nombres acaban en o. Los adjetivos, en a. Los adverbios, en e.

Los verbos: infinitivo, en y. Presente, en as. Pasado, en is. Futuro, en os. Condicional: en us. Imperativo: en u.

Así se pueden crear muchos conceptos usando sólo una raíz. Por ejemplo,

Los sufijos son una buena idea para reducir el número de palabras del vocabulario, ya que el concepto que expresan todas estas palabras es el mismo. Desgraciadamente, esto no hace al idioma inambiguo. De hecho, estas terminaciones sólo sirven para generar conceptos, pero hacia el otro lado (reconocer), a un procedimiento mecánico le costaría, porque encontramos palabras como do (acaba en o pero no es nombre, quiere decir y por tanto), de (que no es un adverbio), y pocas más.

Además, cada palabra se puede construir por composición de otras (por ejemplo, todos entenderán vortfari o vortofari como hacer palabras), y añadiendo sufijos que aportan significados precisos (por ejemplo, vortfarado, proceso de hacer palabras). Algunos son:

Todo esto (junto con las preposiciones) permiten crear muchas palabras nuevas sin complicaciones. Algunos creen (ej.: Claude Piron, lingüista y psicólogo) que es más fácil pensar en esperanto que en otros idiomas (otra vez tenemos la hipótesis de Sapir-Whorf). En una conferencia19 dice:
Esperanto relies entirely on innate reflexes [and] differs from all other languages in that you can always trust your natural tendency to generalize patterns. [...] The same neuropsychological law [- called by] Jean Piaget generalizing assimilation - applies to word formation as well as to grammar.
Pero como otros idiomas, el esperanto tiene el problema del sexismo (ya comentado en sexisme), tanto en los pronombres como en la formación del masculino/femenino. Hay una palabra base (ej. kato, gato), y el sufijo -in para hacer el femenino: (katino: gata), pero a un gato en general también se le llama kato (dicen que se ha de interpretar de forma ``neutra'', o sea, un gato o gata). Se ha propuesto usar otro sufijo para el masculino: -iĉ para tener kato, katino, katiĉo; pero claro, la lengua ya está hecha y cuesta de cambiar.
Daniel Clemente Laboreo 2006-07-13